VALORO LO QUE TENGO PARA NO LLORAR LO QUE PIERDO.

Cada minuto en la vida que nos brinda un hijo, un amigo, compañeros que como los profesores de tenis Pedro Silverio y Carlos Sosa no tiene precio, ellos como tu y yo teníamos nuestras singularidades, sus vidas personales las manejaron como ellos entendieron, así como lo hacemos tú y yo en nuestra singular forma de vivir en este pedazo de isla donde cada cabeza es un mundo, estos educadores de unos de los deportes mas completos del mundo: el tenis de campo, solo sabían enseñar, que es el arte mas maravilloso que puede poseer un ser humano.
Aquí sí, aquí puedes sembrar y pasarán los años y no será en vano, pues serás recordado por las semillas que pudiste regar. Cada uno de estos fallecidos nuestros en mucha de sus enseñanzas les vi impartiendo sus conocimientos a niños, jóvenes y adultos que hoy, cada golpe que ejecuten en algún momento recordarán quien les enseñó esos detalles.
A estos hombres de trabajo no se les asignaba horas para laborar, ellos simplemente trabajaban hasta que alguien quisiera que trabaje.
Ellos, como los otros en los que me encuentro yo, hemos sobrevivido en un Centro deportivo que nunca ha valorado nuestra entrega y no es porque las autoridades no conocen nuestros aportes, es que en la sociedad de sálvese el que pueda todos buscan sobrevivir para sí porque organizar genera gastos.
Ellos amaron este centro, lo cuidaron como guardianes, mientras miles de indeseables en estos instantes están al asecho dispuestos a matar robar y violar, ellos, como los demás en los que me encuentro yo, ponían y ponemos las alarmas matutinas para cumplir con Dios cuando sentenció: CON EL SUDOR DE TU FRENTE TE MANTENDRÁS, trabajando hasta el desgaste, y donde la única fortuna que hemos tenido es que podemos trabajar para sobrevivir con honra, así murieron nuestros compañeros, con alumnos esperando por ellos… pero no avisaron, se fueron y lo único real es que aunque no volverán quedará lo que pudieron sembrar.
Adultos recreativos, entrenadores, profesores, peloteadotes, boleritos, valoremos siempre lo que tenemos para no llorar lo que perdemos.